15.9.05

repetir la lección


Entonces ya era demasiado tarde, casi la hora de irse. Pero horas antes, cuando llegaron todos los invitados a la puerta de la iglesia, me dí cuenta de que entre todas, era la que más me atrajo. No sé precisar ni la altura, ni la voz, ni siquiera la ropa que llevaba puesta (sin embargo yo si que lucía una espantosa chaqueta verde y azul a rayas verticales, y con tejanos, al fin y al cabo la boda era de unos amigos, nada cercano), ni sus zapatos, pero lo que sí me quedó a fuego en el portón del alma, fueron su melena roja y sus ojos verdes.

Hace un instante me instó a zapatear a su lado, y al de sus familiares y amigos. Me negué. Sonreía. Se iba. Venía. Y otra vez se interpuso entre mí y mi yo, para preguntarme si no salía ya a bailar (pongamos la conga o cualquier otra pachanga fácil para eventos de ese tipo), pero yo me rajaba, quedé allí sentado en la mesa podrida de restos de pastel, cafelillos, y algún cigarro adolescente. Yo no fumaba entonces, solo miraba, y pensaba.

Ahora sí que voy a salir con ella, si me pide otra vez que bailemos (que lo hará) saldré. Basta de ser tímido, por una vez. Ya los novios hacía un buen rato pasaron repartiendo puros. Uno de los últimos se vino a apagar cerca de mi, en la mesa donde me sentaba, un invitado espachurró su resto de puro allí y me dijo: ¿qué pasa chaval, estás enfadado?, pero mis oídos en aquel instante no escucharon mas que: ¿qué pasa chaval, estás enamorado? Se acababa ya la música, pero aun había tiempo. Para el resto de invitados sería, pues ella se marchó con sus padres y hermanos. Y vino a saludarme, adiós amigo. Me besó, a ver si nos vemos, me dijo. Claro que, para mí lo único que ocurría es que me estaba pidiendo que saliera a bailar con ella.

Esa noche no quedó mas remedio que llorar de absoluta pena, pena de mí mismo, me puse a estudiar la lección de ciencias sociales, que no me aprendí para ese lunes, pues ya formaba parte de los débiles que manchan sus libros con lágrimas, por haber soñado, mientras mis compañeros, ajeno a lo ocurrido repetían cual loritos la lección a la maestra.

Etiquetas: ,

1 Comments:

At 10:56 a. m., Anonymous Anónimo said...

Qué mundo más extraño el de los románticos! La lección de ciencias no fue aprendida... pero... ¿y la de las ciencias de la vida? Esa parece que siempre queda para septiembre, para todos los septiembres... O tal vez no. Cuantos bailes de boda habrán pasado, y los que quedan.

 

Publicar un comentario

<< Home