27.12.08

Cassandra y la otra

Cassandra es atractiva, mucho. Con sus ojos grandes, verdes. Media melena rubia, no mucho de rubio, tampoco pelo liso al cien por cien. Al ochenta, pongamos. Su sonrisa es lo que más. Y su forma de mirar. El resto de su figura no me acuerdo, pero ya en vigília, por poner pondremos que bien parecida. Ni delgada ni gruesa. Lo que me llamó la atención es que siendo tan guapa como era fuese a fijarse en mí. Eso es lo que la hace tan especial. No se conforma con lo facil. Podria hacer rendir a sus pies a quien quiera. En un momento se pierde, o me pierdo, no sé. Y aparezco como huyendo de alguien o algo junto a varios compañeros, quizas amigos, no queda claro. El caso es que en ese edificio, subiendo me da la impresión que no hay salida. Así que me encaramo a una barandilla que da al exterior y creo ser capaz de trepar por fachada hacia abajo. Y me lanzo a ello. Pero el caprichoso diseño del arquitecto de ese edificio quiso que las barandillas por las que me asia para bajar, se acabasen en un quinto piso, es decir que me quedo guindando de la ultima barandilla posible. Y solo queda dejarse caer con la esperanza de que unos arboles abajo me amortiguen la caida o que ya mis perseguidores me atrapen, pongamos con unos rifles desde la ventana del septimo piso. Vuelvo a Cassandra. Vuelvo a dialogar en silencio con ella; nos decimos que nos queremos, no por como somos, sino por lo que nos sentimos.

La otra tiene un acento español dulce, un rostro morenito muy bello. Es bastante bajita. Tiene una posicion de direccion dentro de una empresa que trata con las situaciones penosas de paisanos suyos. No se que hago con ella. Pero el lance amoroso coge un aceleron exponencial. El caso es que la veo sincera. Me gusta. Luego hay un jugueteo sexual en la casa de un vecino. Parece que estan en obras, o en la ruina. Tras un colchon que aparece de pie tras el umbral de una puerta, en una habitacion del vecino, y sabiendonos a resguardo de miradas indiscretas, sucede el intento de acople sexual, con la ropa puesta, vamos un juego de acercamiento. Puede que en breve la explosion, pensé. En casa, ya juntos y tranquilos, aparece la vecina, por lo visto nos vio haciendo esas pseudo-guarradas, en su casa ruinosa, mucho peor esto nuestro que ese su decorado triste y sucio. Pero esta, la otra, si que se que nace de una nicaraguense que escuche horas antes por la radio.

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